2 jul 2006

Sentado sobre la mesa negra, tomando fotos. Tomando fotos como si fuera posible beberlas de un solo trago (fotografías-bebida amarga). Como si pudieras volcarlas sobre la mesa negra, como si la copa fuera de cristal roto.

Tenés miedo de pedirme que me deje fotografiar.
Yo acepto sin siquiera mirarte.

Te parás en la mesa y arrancás la araña de cristal (ahora roto) que antes se mecía peligrosamente. (araña de verdad, con sus ocho patitas luminosas).

Y no te digo nada.

La araña, ahora millones de astillas muertas de miedo, se acurruca al ladito de mis pies. Justo al lado de mis pies cayó herida.

Hacés trizas la botella verde que tenías en la mano (y a decir verdad, no sé cuándo empezó a estar ahí, entre tus manos, la botellita próxima al homicidio por arrojamiento contra el suelo). Un vitral como de iglesia en la alfombra de tu casa.

Y te miro desde abajo, como miran quienes no están parados sobre una mesa negra.

Cerrando los ojos, apuñalas sillas y teléfonos.
Arañás televisor (que nunca había notado allí, cerca de la ventana). Arañás ventana (que nunca había notado allí, cerca del televisor).

Y sigo esperando que termines de jugar.


(Cuadros, paredes, florero, flor amarilla, la mismísima mesa negra. Atacados por tu primera persona del singular.)

Y nos sacás una foto, a mí y a esa sala preciosa, de arañas luminosas, de iglesias de ambiciosos vitrales verdes, de cuadros desparramados, de teléfonos que no entienden, de flores grises.

Y yo te miro como entendiendo algo.
(no a vos. a tu sentido de la estética fotográfica)

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Pido disculpas y vengo a devolver la sonrisa que te sacó aquel cronopio.
Lindo blog.

5 jul 2006, 09:34:00  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal